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Por qué nunca deberías fumar en los coches: 'La concentración de sustancias cancerígenas donde se sientan los niños te pone los pelos de punta'

Aug 10, 2023Aug 10, 2023

Fumar mata. Mata al fumador y a quienes lo rodean. Destruye la salud de todo lo que encuentra a su paso. El consumo de tabaco provoca la aparición de hasta 16 tipos de cáncer y está detrás del 80% de todos los tumores de pulmón, además de ser un factor de riesgo de otras afecciones cardiovasculares o respiratorias. Y no sólo perjudica a quien sostiene el cigarrillo: la comunidad científica ha confirmado que los no fumadores que se exponen a diario al humo del tabaco tienen hasta un 20% más de probabilidades de contraer cáncer de pulmón y un 25% más de sufrir un ataque al corazón. ataque. Las directrices mundiales de salud pública llevan años abordando el tabaquismo, garantizando espacios libres de humo como escuelas, hospitales, restaurantes y discotecas, pero hay uno en el que no han podido marcar la diferencia: los coches privados. Un estudio reciente encontró una alta concentración de nicotina y nitrosaminas, los carcinógenos en el tabaco, en el aire y en las superficies de los vehículos de los fumadores. La exposición es corta (la duración de un viaje) pero más intensa y afecta a todos los ocupantes, advierten los expertos.

El potencial nocivo del tabaquismo no distingue entre fumadores activos o pasivos, explica Esteve Fernández, jefe de la Unidad de Control del Tabaco del Instituto Catalán de Oncología (ICO). “La exposición pasiva es mala para la salud. Lo sabemos desde los años 90”, afirma. Aumenta el riesgo de cáncer de pulmón, ataque cardíaco y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). También exacerba los síntomas del asma. En los niños, aumenta el riesgo de otitis aguda recurrente, asma e infecciones del tracto respiratorio. “Y hay otro efecto del tabaquismo pasivo sobre las embarazadas y los fetos: con las embarazadas expuestas pasivamente, los bebés tienen mayor riesgo de nacer con bajo peso y con un menor grado de maduración pulmonar”, añade Fernández.

En lugares cerrados, pequeños y con poca ventilación, aumentan los niveles de exposición al humo ambiental, tanto del quemado del cigarrillo como del que exhala el fumador, y también los riesgos. Fernández es uno de los autores de un estudio coordinado por la Agencia de Salud Pública de Barcelona y publicado en la revista Environmental Research en el que miden las concentraciones de nicotina en el aire, así como las nitrosaminas, los carcinógenos del tabaco, en vehículos privados en España y Reino Unido. También midieron algunos compuestos que se encuentran en el polvo depositado en las superficies de los automóviles. “Se trata de una exposición esporádica, breve (entre 15 minutos y una hora), pero con concentraciones de seis a 12 veces superiores a las que se producen al aire libre. Es una exposición corta, pero intensa y repetitiva. Y es acumulativo”, advierte Fernández. Un estudio de 2011 de este mismo investigador estimó que la prevalencia del consumo de tabaco en los vehículos era del 5,5%, y el 2,2% de los pasajeros menores de 14 años estaban expuestos al humo de segunda mano en el interior del vehículo.

En este nuevo estudio, los investigadores barceloneses midieron, entre otras variables, las concentraciones de nicotina, que es el componente adictivo del tabaco. El experto del ICO matiza que nadie se vuelve adicto a la nicotina siendo fumador pasivo, “aunque en el caso de los exfumadores, al inhalar pasivamente el humo del tabaco se les despiertan todos los recuerdos y hay mayor riesgo de que vuelvan a fumar”, aclara. añade. “Usamos nicotina porque es el mejor indicador de que se ha fumado, pero además, la nicotina del humo ambiental comienza a oxidarse al entrar en contacto con el oxígeno del ambiente, pasando a formar parte de las nitrosaminas específicas del tabaco, que Son los carcinógenos que se producen cuando se quema el tabaco del cigarrillo y cuando se oxida la nicotina”, explica el investigador del ICO.

Las concentraciones de nicotina y nitrosamina eran mucho mayores en los vehículos de las personas que fumaban dentro del coche. Y el sistema de ventilación del coche no elimina la exposición al humo de segunda mano, advierten los científicos. “Cuando el coche está en marcha y conduces con las ventanillas entreabiertas, las concentraciones bajan un poco delante, pero se mantienen iguales detrás. Donde estaría un niño sentado, el medidor de concentración te pone los pelos de punta”, afirma Fernández. Ana Navas-Acien, investigadora del Departamento de Ciencias de la Salud Ambiental de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, coincide en que abrir las ventanillas no basta: “El coche es un espacio muy pequeño y al fumar allí, el aire contaminado se vuelve concentrado y la gente tiene menos oportunidades de evitar respirar ese aire con hasta 50 carcinógenos. Abrir las ventanas no ayuda porque no sale el aire y no se eliminan esas toxinas”.

Lo peor es que todas estas partículas quedan en el coche como una especie de reservorio de los contaminantes del humo del tabaco. Se trata de un humo residual que no desaparece, que se deposita en tejidos y superficies como los asientos, o, en las casas de fumadores, en cortinas, telas, peluches, alfombras o el tapizado del sofá. “Todos los tóxicos cancerígenos se pegan a la tapicería del coche y, al sentarte, se vuelven a soltar y la persona que sube al coche acaba inhalándolos”, explica Francisco Pascual, miembro de la junta directiva de Nacional de España. Comité para la Prevención del Tabaquismo. Los investigadores de Barcelona descubrieron que las concentraciones de todos los compuestos residuales del humo en los coches cuyos conductores afirmaban haber fumado en su interior eran "hasta seis veces mayores que en los coches de no fumadores", afirma el estudio.

La presencia de este humo residual en las superficies es especialmente peligrosa para los niños porque son más propensos a tocarlo todo y llevarse las manos a la boca, advierte Navas-Acien, asesor sobre cáncer de la Casa Blanca. “El humo del tabaco tiene una gran cantidad de toxinas y si hay niños cerca, estarán respirando y asimilando todo esto en su organismo”, subraya el investigador.

Fernández pone el foco en los riesgos del tabaco, pero también advierte que el uso de cigarrillos electrónicos dentro del coche no está exento de peligros. En otro estudio demostraron que aunque hay menos nicotina dentro del vehículo del fumador, también hay partículas en suspensión, como partículas finas (PM 2,5). “Las partículas de 2,5 micras son muy pequeñas, más que una célula de pulmón, que mide cinco o 10 micras. Pero estas partículas golpean las células pulmonares como si se lanzaran pelotas contra un coche. Este bombardeo de partículas tiene un efecto inflamatorio y puede provocar problemas cardiovasculares”, explica. Además, estos componentes “pueden atravesar los bronquiolos y extenderse por el organismo con la carga que llevan, como las nitrosaminas o la nicotina”.

El investigador del ICO lamenta que fumar en el interior de los vehículos privados aún no esté regulado en muchos países. Y a quienes hablan de libertad dentro de su propiedad privada, Pascual responde: “Mi libertad termina en tus narices. El derecho a la salud tiene que estar por encima de otras circunstancias”. Fernández coincide: “Cuando estás en un auto no puedes manejar el teléfono, no puedes hablar por teléfono porque estás amenazando la seguridad pública. Esto es lo mismo: no se puede fumar porque aumenta la accidentalidad y es malo para la salud de todos. El derecho a la salud pública prevalece sobre el derecho individual”.

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